Mujeres campesinas de la región han transformado sus prácticas alimentarias mediante la diversificación de cultivos en sus huertas y la revalorización de recetas tradicionales. A través de talleres de nutrición, aprendieron a aprovechar al máximo los alimentos que cultivan, mejorando la calidad de su dieta y la de sus familias. Esta iniciativa no solo impulsa su bienestar, sino que también fortalece su autonomía alimentaria y promueve la preservación de conocimientos ancestrales, esenciales para el buen vivir en las comunidades rurales.